En el ámbito de la literatura no es nada infrecuente reflexionar sobre la propia esencia de lo literario o, al menos, sobre su definición. Seguramente la mayoría de los talleres literarios -en los que la literatura suele ser lo último que se enseña -comienzan preguntándose qué es literatura y qué no. A veces es esto último lo que ayuda a descifrar lo primero. No sólo Bécquer se cuestiona qué es la poesía -y su respuesta, desde luego, es de las menos satisfactorias- y la preocupación por delimitar los materiales que conforman una novela vienen casi desde El Quijote.
También hay discusión sobre la definición del teatro, una discusión además interesante porque el dramático es el único de los géneros literarios tradicionales que emplea de manera regular dos canales para su emisión y recepción –el texto y la representación–. Sin embargo este debate apenas tiene presencia en comparación con los anteriores, algo a lo que uno ya está acostumbrado.
El asunto se mueve entre dos opiniones extremas: la literaria o tradicional, que sostiene que teatro es todo texto perteneciente al género dramático independientemente de su posibilidad o no de representación y la espectacular y más moderna que defiende que teatro es todo lo susceptible de ser representado, tenga o no texto –la espectacular y más moderna–. Para los primeros, teatro sería La Celestina y no La Fura dels Baus mientras que para los segundos ejemplo máximo del arte teatral sería Marcel Marceau y tal vez no El abuelo de Galdós o La Dorotea de Lope, ejemplo polémico donde los haya. La discusión es importante y tal vez en el término medio se halle la vía más cercana a la solución. Un texto dramático no se puede definir por aspectos casi tipográficos –réplicas o acotaciones–, un texto dramático puede ser mudo, pero estar ahí. El teatro es una mezcla en infinitas cantidades de texto y representación, de literatura y espectáculo. La dosis justa se puede obtener, pero no se puede explicar; sólo se ve en el momento en que, en el sillón de lectura o en el patio de butacas, se percibe toda la magia del teatro, el talento del dramaturgo desvelado a través de sus mediadores, bien sean las letras de imprenta o los actores sobre el escenario.
Toda esta perorata que más tarde o más temprano había que soltar y que podía haber surgido con Heiner Müller, Lorca o algún otro, viene al hilo del teatro de Fernando Pessoa (1888-1935), situado en los límites de lo teatral, tan cercano a la poesía y tan distante de la forma canónica del texto dramático, que para muchos será difícil adscribirlo a este género y preferirán incluirlo en su obra poética. No obstante el germen del espectáculo está tan presente que para otros no cabrá duda de su teatralidad.
Luis Navarro
jueves, 20 de septiembre de 2007
EL PROGRESO
En general, no demasiada vida... si es vida lo que se debe llamar a esa zafra de dinero desmedido, y luego ponen fechas limites y oficinas, lo mejor es el aire acondicionado pero hay hasta sillas comodas en sus salas, no quieras salir al sol pelu de afuera... pero andan en limosinas con choferes de plug-ins en limosnas. Mean igual que los demas. Tantas veces trate de tener mi cara pegada de un cereal, eso si me hubiese asegurado una buena oficina, con secretarias en bikinis veraniegos. Hay... Achuuu... tengo calor. Los estudioso del fresquito dicen que estamos enfermos de psicosis, de ellos es solo su oficio. Su dopamina se acelera cuando humillan a la gente... corre la sangre por rostros gordos, grasa facial. Dopamina arte-rial... dopamina fenomenal. Comer fumar y chichar... "Progresar montando un gran Bazar"... te vendemos bellas pinturas al oleo, ARTE ARTE ARTE ARTE... apoyan el arte, los jovenes, el reggaeton, las novelas extranjeras, las peliculas jolivudense, los gabanes bien planchados, audis, tintes de pelo, blinblins, a toda moda, somos tecnologicos y audibles, somos el mesias y los dicipulos, lideres, somos los que nos preocupamos por los pequenos comerciantes, los cheches... somos nuestro piso de losetas del italiano... y decimos "cesped", no yerba... SOMOS EL PROGRESO.
Luisfe
El rostro de un candidato político en una valla publicitaria
Ahí está:
No demasiadas resacas
No demasiadas peleas con mujeres
No demasiados neumáticos desinflados
Nunca pensó en el suicidio
No más de tres dolores de muelas
Nunca se saltó una comida
Nunca estuvo encarcelado
Nunca estuvo enamorado
7 pares de zapatos
un hijo en la universidad
un coche que no tiene más que un año
pólizas de seguros
un césped muy verde
cubos de basura con tapa hermética
seguro que le eligen.
Charles Bukowski
Luisfe
El rostro de un candidato político en una valla publicitaria
Ahí está:
No demasiadas resacas
No demasiadas peleas con mujeres
No demasiados neumáticos desinflados
Nunca pensó en el suicidio
No más de tres dolores de muelas
Nunca se saltó una comida
Nunca estuvo encarcelado
Nunca estuvo enamorado
7 pares de zapatos
un hijo en la universidad
un coche que no tiene más que un año
pólizas de seguros
un césped muy verde
cubos de basura con tapa hermética
seguro que le eligen.
Charles Bukowski
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